miércoles, 27 de noviembre de 2013

Defiende con el corazón.

Elaborado por: Luis A. Mena D.

El alegato es quizá el medio de prueba más antiguo de todos. Para mi tiene su origen teológico, porque aparece desde los inicios hasta en el libro de Génesis, en cuanto a uno de los dos tuvo que hacer su propio descargo delante de quien los había creado. Luego de una serie de eventos que los llevaron a cometer un pecado original; es anterior a la escritura y anterior a las valoraciones de tipo filosóficas.

“Defiende con el corazón” para una abogado defensor dentro de sistema acusatorio va más allá de todo parámetro, de toda barrera, no tiene un precedente, ya que el defensor tiene que buscar todo tipo de posibilidades para valerse dentro de un proceso  y llegar al convencimiento de todos los que presiden un juicio. Es quizá por ello que existen distintas legislaciones que cada vez más se acentúan en la búsqueda de muchas respuestas ideológicas fundamentales con el fin de conseguir  un veredicto a favor. Es más, si algo podemos agregar sobre el alegato de un abogado de forma personal y hábil para conseguir esclarecer con una buena excepción de inhabilidades y que no sea un criterio subjetivo de un juzgador, fiscal o persona alguna, sino una condición de ley que pueda establecer la aclaración que sólo exentos del deber y de rendir o esclarecer en medio de un proceso legal de alguna persona a la que la ley expresamente ubica sin tener una excepción.

Por todo lo anteriormente mencionado, las historias juega un papel importante en el proceso, ya que el abogado al momento de defender su posición va más allá de tratar de llegar a convencer a un Tribunal Colegiado o posiblemente una Tribunal de Jurados y sumirlos o envolverlos dentro del proceso para conseguir el gran fin que sería convencerlos de que lo que se está exponiendo surgió de esa manera.
Relato de una historia: Hace mucho tiempo en una campiña de nuestro interior existía una familia de personas muy humildes cuyas vidas fueron empañadas por un suceso inesperado. Envueltos en la tristeza y el dolor el padre de tres niños, quienes oscilaban entre los 5 a 10 años, fue víctima de un accidente y fallece. Sumidos en dolor los niños se aferraban a toda forma de vida ya que su madre luchaba contra una enfermedad terminal conocida como cáncer del cuello uterino. Los médicos habían dictaminado que sus días estaban contados. Sumida ella en dolor buscó la manera de preparar a sus niños ante la tragedia que posiblemente se avecinaba. Carlos, se llamaba el mayor de los tres niños, solía llorar al pie de la madre por todas las vivencias que ocurría el seno familiar. Su madre intentaba alentar a Carlos, diciéndole que si algo le pasaba a ella, entonces él tenía que procura salir a delante con sus tres hermanos y tratar de que ellos nunca se separaran. Carlos le daba ánimo a su madre, pues él iba a intentar buscar el dinero para sufragar los gastos de la terapia que ella necesitaba. Un día Carlos salió  muy temprano al barrio donde vivía, mismo cuyos rasgos históricos era de personas de bajos recursos económicos, pero en medio de este barrios existía una familia de personas acomodadas. Carlos se ganaba la vida recogiendo latas y hierro para conseguir dinero y de pronto él miró aquella casa y quedó sorprendido de ver la hermosura de la misma. En ese momento él sintió una voz que le dijo acércate y toca la puerta, así que el niño se acercó y toco la puerta. De pronto una joven de aproximadamente 20 años de edad salió y le grita: “¿Qué deseas asqueroso niño?” y luego le tiró la puerta en su cara. Por una segunda vez, el niño vuelve a tocar la puerta y en esta ocasión abre otra joven que oscilaba entre la edad de 22 a 23 años quien lo mira y le grita: “¿Qué quieres? ¡Vete de aquí!”. El niño triste, desesperado y con hambre tocó la puerta por una tercera vez y  en ese momento sale una señora de aproximadamente 40 años y al abrir la puerta lo observa fijamente a los ojos. Luego de un momento, que preside el silencio, la señora exclama: “Dime, en qué te puedo ayudar”. El niño contestó: “Me puede regalar un vaso de agua”. La señora, ni se presentó y le dijo al niño: “¿Te puedo regalar un vaso de leche?”. Al instante, el niño se olvida de los problemas, toma la palabra de la señora y entra a su hogar. Al estar adentro el niño contempla lo que era el seno de un hogar pudiente en donde se encontraban todo tipo de lujos que posiblemente él no podría alcanzar. Sorprendido de todo, el niño excusa al fondo de la cocina a la señora que dice: “Acércate…”. Al llega a la cocina la señora abre la nevera, en la cual había todo tipo de alimentos los cuales el niño nunca pensó ver y la señora le brinda un vaso de leche. Al terminar la señora le vuelve a preguntar: “Deseas otro vaso más” y el niño contesta: “Sí, se lo agradezco.” Sin mediar más palabras, el niño se retira. Al salir a la parte externa de la casa, el niño vuelve a mirar hacia atrás y mira a la señora fijamente y sus ojos y ella lo mira y la expresión del niño denotaba gratitud.

El niño continúa con su labor diaria y pasado los meses se encuentra con la idea de que a su madre le queda muy poco tiempo. El niño desesperado asiste al hospital, su madre agonizaba y exclamó: “Carlos, cuida de tu hermana Clara y de tu hermana Pedro, pues yo ya no estaré aquí. Prométeme que jamás los abandonarás. La madre desesperada en el lecho de muerte abraza y cobija a sus tres hijos, los bendice y les dice que nunca se separen y que Carlos, al ser el mayor, siempre velará por su hermanos menores.” Esas fueron sus palabras antes de fallecer.

Al pasar de los años, en la Ciudad de Panamá, se dio uno de los casos muy raro, pues del área del interior había venido una señora de una enfermedad llamada cáncer y si no se operaba rápidamente, esto traería como consecuencia su fallecimiento. La señora aparentaba tener unos 65 años y por sus rasgos físicos aparentaba haber tenido una vida decorosa y era madre de dos hijas que estaban entre los 40 y 50 años. Desesperadas, las hijas, en medio de la sala de este hospital, exclamaban que alguien las ayudara, ya que su madre precisaba de tal operación. Al instante, hubo un consejo de médicos que se reunieron para ver el extraño cáncer que padecía aquella mujer. Por tanto, hubo un consejo de 15 médicos, los mejores del país, especialista y de carrera intachable. Todos se reunieron para buscarle una solución al problema. Nadie se atrevía a hacer la operación, ya que la vida de la mujer correría riesgo al practicarla. Dentro de aquellos médicos faltaba un especialista en medicina interna que estaba estudiando en España y cuyo nombre era Carlos Alberto Pérez. Estando en medio de sus estudios, y presentando examen final, Carlos escuchó en los más interno de su ser una voz que le decía: “Deja lo que hacer y dirígete al Aeropuerto”. Al estar en el recinto lo llamaron del auto parlante para anunciarle que él tenía un boleto de regreso vía Miami y Carlos manifiesta que nuevamente la voz le habla y le dice: “Regrésate a Panamá”.

Al llegar al Aeropuerto de Tocumen, para su sorpresa, lo estaban esperando para llevarlo directamente al Hospital Santo Tomás. Estando allí el mismo escucha todo un alboroto producto del caso de la mujer desahuciada. Las hijas desesperadas lo ven y se enteran de que él es el médico que llegaba con todo tipo de innovaciones y le suplican que operare a su madre, a pesar de que ellas no tenían en dinero para pagarle. Al ver aquello, él entra a la sala y mira fijamente a los ojos a aquella señora y ella le devuelve la mirada y el Dr. Carlos exclama: “Preparen el quirófano que voy a operar…”. La operación demoró 38 horas y cansado el médico se retira a la capilla del hospital y le pide a Dios por aquella vida. Tres días después la enfermera exclama: “Doctor Doctor… la señora.” Desesperado el médico pregunta: “¿Qué pasó?” y al enfermera responde: “La señora ha salido del coma.” El médico corre, entra a la sala  y delante de sus hijas y de las personas que se mantenían en el lugar, aquella mujer lo mira a los ojos fijamente y él la mira fijamente a sus ojos, entonces sus hijas le dicen al médico: “¿Cómo hacernos para pagarle lo que usted ha hecho por nuestra madre?”. Al instante el médico se acerca a la señora, la toma de la mano y le dice que no se esfuerce por hablar. Al retirarse el médico le deja una pequeña nota en su mano. Las hijas corren donde la madre y le preguntan: ¿Qué te ha dado?”. La señora abrió la nota que decía: “Esto fue pagado hace muchos años atrás con un vaso de leche.”

En el testimonio penal, o al momento del defensor, es posiblemente uno de los métodos probatorios más eficaces que existen y mediante este ensayo jurídico que busca con ciertas particularidades el convencer a través de historias que los jueces se identifiquen con el proceso. El alegato es la experiencia que relata las situaciones que se dieron ante una autoridad competente sobre el conocimiento concreto que se tenga sobre lo que sucedió, ya sea por la percepción sensorial directa de un objeto o  hecho pasado y que tiene gran interés probatorio.  El alegato sólo puede ser expuesto por un abogado que se identifique con su defensa y a través de una parte física que ha sido citada espontáneamente dentro del proceso con el fin de poner de conocimiento de la autoridad lo que percibió de manera sensorial y directa, ya que cuando hablamos debemos hacerlo con pleno conocimiento y juicio de que nuestro testigo no tuvo carencia de evidencias para que se pueda lograr un veredicto a favor.

Todo alegato tiene que tener una relación lógica de los hechos que han sucedido conforme al proceso que se lleva, que haga entender al Tribunal Colegiado que la parte histórica que ha traído es cónsono con la situación vivida por su cliente. El alegato tiene que tratar de ser lo más objetivo para que  el jurado no se sienta amenazado o expuesto al momento que el abogado exponga la historia. El alegato también tiene que asumir una posición sincera y objetiva de parte del abogado defensor, pues debe profundizar hasta lo más recóndito de los pensamientos del Tribunal Colegiado. Debe de ser una historia que convenza, con todo tipo de argumentos, a un grupo de personas y si es posible llega a conmoverlos con la finalidad de conseguir un veredicto a favor.

Una historia es producto en parte de una realidad y parte de una imaginación que presupone que lo real y que lo inventado deberá ser recordado cada vez que el Tribunal y/o Jurado de Conciencia vean al imputado y que tenga que exponer su historia para no caer en contradicciones, falsedad o inverosimilitud. Es por ello que las historias tiene un fundamento ideológico y que va de la mano de una prueba testimonial y que sería la presunción de veracidad. Se parte de la premisa de que un hombre como ser humano está dotado de todo tipo de dignidad y que se actuar humanos tiene siempre una finalidad ética, por lo que se trata de buscar fácilmente la verdad.

Para el abogado que defiende los casos en el sistema penal acusatorio, es preponderante hacerse diversas preguntas antes de ir a un alegato. Dichas preguntas son: ¿Por qué paso, ¿Cómo pasó?, ¿Cuándo ocurrió? y ¿Qué fue lo que sucedió? Todas estas son preguntas necesaria para que el abogado se identifique y se adentro como si el mismo fuese el procesado. El abogado debe ir al lugar en donde ocurrieron los hechos y necesita hacer un análisis exhaustivo de los datos que recopile a lo largo de la investigación. Deberá recordar siempre que lo que está en juego es la vida y la liberta de una persona. El abogado deberá internalizar que la libertad de su cliente va más allá de una doctrina o lineamiento. Se puede decir que dentro del proceso que se desarrolla, el abogado tiene que ser eficaz con palabras de convencimiento, credibilidad y tratar de humanizarse, convivir y conocer para lograr conseguir la atención del público y sobre todo del Tribunal Colegiado. En tal sentido, el trata de desvirtuar con simples palabras, ideas y hecho convincentes a todo un recinto y llevarlos a que la primera formación que uno ha recibido posiblemente no proviene de estudios superiores, sino del hogar y de sus vivencias que podrían ayudar a esclarecer un caso.

En el alegato penal viene a ser que las historias se fundamenten como uno de los principios necesarios para lograr convencer naturalmente, de una forma amplia y objetiva, con historias que adornen el proceso. Que ante la autoridad competente, sobre todo al jurado de conciencia que lo que se conoce y se sabe ocurrió tal y como lo expone el abogado defensor, ya sea por percepción de sentido, de objeto o hechos de manera procesal y detallada con el propósito de desvirtuar la declaración propuesta por la Fiscalía.

Así como dijo un sabio, las historias son los ojos y los oídos de la justicia y por ello desde que existen los hombres y desde que tiene la pretensión de hacer justicias se han valido de historias y testimonios como desde la más fácil hasta las más comunes y se utilizan como medio de prueba en un proceso legal. De allí la importancia de las historias en materia penal y frecuentemente estas son la única base de las acusaciones.


El abogado debe de crear su propia atmósfera y tratar de hacer lo más acogedor el reciento en donde se mantiene. Al mirar la jurado, más que tener un encuentro de convencimiento, debe tratar de crear esa empatía con el mismo y a su vez con el Tribunal, y que lo que la Fiscalía expuso no ocurrió como tal. Él debe desvirtuar las alegaciones del Fiscal de manera tal que no sea objetado, creando preguntas favorable para su defensa y es en el momento en el cual el abogado tiene que ser sagaz y buscar en el baúl de sus historias e hipótesis la más adecuada que sirva al público y a la sala de identificación con el caso y más que todo vivir el relato que cuenta. Luego entones el argumento del abogado se debe de incorporar al proceso como una recopilación relevante de circunstancias.

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